Las paredes así de rugosas son difíciles, ¡pero no imposibles! Sólo hay que proyectar un diseño que se adapte a sus limitaciones, y por supuesto pintar el mural con mucho cariño y paciencia. Por una parte, hemos disimulado la rugosidad con un diseño de colores muy contrastados y con más negro que de costumbre, para que el ojo perciba las formas más claramente. Por otra, el corte horizontal a media altura y el banco inferior hacían complicado integrar el mural en ese espacio. Lo hemos solucionado colocando estas grandes macetas a ambos lados, que además de aportar un toque muy decorativo gracias a los estampados y colores, sirven de entrada para sumergirnos en el paisaje. Por fin el Colegio Miramar tiene la ventana con vistas al mar que siempre echó de menos!